Un viaje por el ecosistema único de las Rías Gallegas y los desafíos en la conservación y la verdad alimentaria
El Instituto de Investigaciones Marinas (IIM) está ubicado en Bouzas, allí investigadores como Patricia Ruiz García y Manuel Enrique García Blanco, trabajan en el estudio de la biodiversidad marina, su conservación y muchos otros aspectos relacionados con el mar. Manuel, además, es de Teis: estudió en nuestro colegio, y fue precisamente en la playa de La Lagoa, muy cerca del colegio, donde nació su vocación por la biología marina. Precisamente, la mayor población de caballitos de mar de la Península Ibérica está en Teis, buceando una noche puedes ver 50 individuos.
En el IIM de Vigo, destacan grupos de investigación dedicados al cambio climático, la biodiversidad marina, cefalópodos, acuicultura y estudios de enfermedades. Utilizan tecnología avanzada como emisores y antenas para rastrear el movimiento de peces entre las Islas Cíes y las Ons.
Tuvimos la gran oportunidad de charlar amigablemente con Patricia y Manuel sobre la Ría, los bulos y la desinformación. Aquí os mostramos parte de nuestra conversación:
- ¿Qué hace especial a la Ría de Vigo?
Nuestra Ría de Vigo es un ecosistema extraordinariamente rico. A menudo se compara con los estuarios, aunque hay una diferencia clave: en las rías predominan los procesos marinos sobre la entrada de agua dulce, mientras que en los estuarios ocurre lo contrario. Esta combinación de aguas genera hábitats muy diversos, debido a las distintas concentraciones de salinidad a lo largo de la misma.

- ¿Por qué es importante hablar hoy en día de fraudes y desinformación en el mundo de la pesca?
El sector pesquero es especialmente vulnerable al fraude, ya que muchas de sus actividades ocurren en alta mar sin supervisión directa. Además, la gran biodiversidad marina hace que muchas especies sean visualmente similares, lo que facilita engaños, como vender rape blanco (de menor calidad) como si fuera rape negro.
A veces también se miente sobre las zonas de pesca. Esto no solo engaña al consumidor, sino que puede generar graves impactos ecológicos, al explotar especies con ciclos biológicos distintos o incluso con riesgos para la salud. Por ejemplo, el mero canario está afectado por ciguatera, una intoxicación causada por toxinas acumuladas a través de la cadena alimentaria. Si se comercializa sin control, se pone en riesgo al consumidor.
- ¿Qué puede hacer la ciudadanía ante estos fraudes?
Los ciudadanos tenemos un papel crucial. Podemos y debemos denunciar la pesca furtiva, exigir productos bien etiquetados y evitar consumir pescado sin trazabilidad. Comprar sin etiqueta es un riesgo para la salud.
En el caso de bivalvos como las almejas, deben pasar por un proceso de depuración para ser aptos para el consumo. Si esto no se cumple, pueden contener patógenos peligrosos.
- ¿Cuáles son los fraudes más comunes en la comercialización de especies marinas?
Muchos. Pero lo más común es que te den gato por liebre, por ejemplo, vender potón como calamar, o volandeira como zamburiña. También se transforma manto de potón del Pacífico y se comercializa como choco de la ría. Otro caso es enlatar mejillón chileno y venderlo como gallego.
La biodiversidad marina es tan amplia que estos fraudes son difíciles de detectar a simple vista.
- ¿Qué tecnologías se utilizan para identificar fraudes?
Antes se podía reconocer una especie a simple vista porque se vendía la pieza entera, pero ahora la mayoría se vende procesada. Por eso se recurre al análisis de ADN, que se compara con bases de datos como GenBank. Así se puede distinguir, por ejemplo, entre merluza austral y europea. Esta técnica se usa con frecuencia por el bajo costo de la secuenciación.
También se emplean técnicas como PCR y espectrometría, que permiten analizar la composición química del alimento sin destruirlo, útiles incluso para verificar el contenido de piensos en acuicultura y evitar el fraude en ellos.
- ¿Qué consecuencias tiene el fraude para el ecosistema y para el consumidor?
Gravísimas. Si se pesca una especie sin tener en cuenta su ciclo biológico, se puede afectar irreversiblemente al ecosistema. Además, hay implicaciones para la salud humana. El ejemplo del mero con ciguatera lo ilustra bien: si no se informa al consumidor, se corre un riesgo real.

- Manuel, como buzo, ¿has detectado fraudes incluso entre profesionales del sector?
Sí, especialmente con bivalvos. A menudo se vende almeja japónica como almeja babosa, a pesar de tener menor valor gastronómico. La japónica se introdujo en Galicia por su rápido crecimiento, pero está desplazando a especies autóctonas y ha traído enfermedades.
También se traen lampreas de Francia y se venden como gallegas, o túnidos de otra especie se tiñen con colorante de remolacha para simular atún rojo. Vender pulpo marroquí como gallego es otro ejemplo.
La pesca es muy intensiva: por ejemplo, esta temporada el pulpo parece que se ha recuperado bien, pero en cuanto empiece la campaña en julio, en solo 15 días puede desaparecer el 90% de la población. Lo mismo ocurre con la centolla en la Ría de Arousa. El mar no es inagotable.
- ¿Qué mitos hay sobre el pescado de acuicultura? ¿Hay diferencias nutricionales reales?
Uno de los mitos más extendidos es que es de peor calidad que el salvaje, pero eso no es cierto. Nutricionalmente pueden ser incluso mejores. Otro mito es que están cargados de antibióticos, pero nuestra legislación es muy estricta. Solo se comercializa el pescado después de un periodo de espera de 30 días tras la administración del antibiótico.
También se cree que no es sostenible, pero esto se debe a malas prácticas del pasado. Hoy en día, con auditorías y buenas prácticas, la acuicultura puede ser perfectamente sostenible.
Hay distintos tipos de acuicultura: offshore, costera (como las bateas) y de interior (piscifactorías). En estas últimas, los peces tienen alimento constante y suelen presentar más ácidos grasos. Las diferencias nutricionales con respecto al pescado salvaje son mínimas; en cuanto a sabor, ahí sí pueden notarse.
- ¿Cómo se difunden los bulos sobre el consumo de pescado y cuál es el papel de las redes sociales?
Antes los bulos circulaban de boca en boca, ahora se viralizan en segundos. Se toman opiniones personales como verdades absolutas. Hubo un caso de una chica que dijo haber tenido intoxicación por mercurio tras consumir atún, pero nunca aclaró cuántas latas comía.
Además, en los mercados a veces se desinforma: para no asustar, por ejemplo, dicen que lo que se ve en la piel de la castañeta es grasa, cuando en realidad son unos parásitos cestodos inofensivos.
- ¿Han evolucionado los bulos en los últimos años?
Sí. Antes se centraban más en salud y antibióticos, ahora en sostenibilidad y bienestar animal. Se acusa a las piscifactorías de contaminar y tener peces hacinados, aunque no siempre es cierto. Por ejemplo, el color del agua de las piscinas se debe a microalgas necesarias para los peces y no a suciedad.
- ¿Qué fuentes fiables recomiendan para informarse?
Siempre fuentes oficiales: la Comisión Europea, el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente, la FAO, la Xunta o la OMS. Para investigación, Google Scholar y artículos científicos son lo más recomendable.
- ¿Qué formación debería tener el consumidor para evitar engaños?
Principalmente, conocimiento sobre las especies y el ecosistema. Exigir el cumplimiento de la ley y transparencia en el etiquetado. En grandes superficies se usan sistemas de trazabilidad por QR; los pequeños comerciantes no siempre pueden, pero igualmente deben cumplir con la normativa y exigir que sus proveedores la cumplan.
- ¿Qué estrategias funcionan mejor para desmentir bulos en el ámbito marino?
La ciencia debe estar donde está el público: en redes sociales. Hoy, la divulgación científica es clave. Por ejemplo, en la Unidad de Monitorización y Observación (UMO) del IIM tenemos un Instagram (@umo_iim_csic) donde compartimos fotos e información sobre especies locales.
También hemos realizado monólogos científicos abiertos al público, pero notamos que al llamarlos “científicos” disminuye la asistencia. Quizá debemos cambiar la forma de comunicar sin renunciar al rigor, y sobre todo, estar abiertos a usar las diferentes redes sociales para llegar a los adolescentes.
- ¿Cuál ha sido el mayor bulo que han tenido que desmentir?
El famoso caso del surimi, que muchos piensan que se hace con restos de pescado que caen al suelo. En realidad, se elabora con lomos y su procesado está perfectamente regulado.
- ¿Qué mensaje clave quieren que nos llevemos de esta charla?
Es fundamental no compartir bulos, informarse, contrastar y ser críticos. Las rías son ecosistemas únicos que debemos proteger a nivel ecológico y sanitario. Todo cambio en ellas repercute en su equilibrio.
- ¿Qué amenazas enfrenta hoy la Ría de Vigo?
Por ejemplo, los bosques de laminarias están desapareciendo, no solo por acción humana directa, sino también por el cambio climático. La proliferación de especies como la salpa, que se alimenta de los juveniles de laminaria, está contribuyendo a su desaparición, lo que afecta a muchas otras especies.
Las Rías Gallegas son zonas de altísima biodiversidad, con casi 1.700 km de costa y más de 6.000 especies distintas. Su riqueza se debe, entre otros factores, al fenómeno del afloramiento marino, que aporta nutrientes desde el fondo. Todo esto es un tesoro natural que debemos conservar.
Muchas gracias tanto a Patricia como a Manuel por su cercanía y por enseñarnos un poquito más sobre este entorno tan mágico y diverso que tenemos, nuestra Ría. Nos quedamos con la siguiente frase:
“Ni el Celta ni las luces, lo importante de Vigo: su RÍA”

Grupo: 3º ESO