Hoy en día, una de las noticias más repetidas y valoradas en el ámbito científico-tecnológico es la posibilidad de usar coches de hidrógeno como alternativa ecológica a cualquier otro tipo de combustible. ¿Puede ser que esa afirmación no sea del todo correcta?
Todo el mundo habla de sustituir los coches de gasolina y diésel por coches eléctricos o de hidrógeno. Está claro que el futuro pasa por estas dos opciones, pero, ¿en qué sentido, y cómo podemos hacerlo de manera más eficiente?
La gran diferencia entre coches eléctricos y de hidrógeno está en su forma de funcionar. Los coches eléctricos (BEV) cogen la energía de una batería recargable que constantemente hay que recargar en estaciones de servicio (que ya están disponibles en muchos lugares y países, y a un precio asequible). Los coches de hidrógeno, por otra parte, generan ellos mismos la energía al separar moléculas de agua en átomos de hidrógeno y oxígeno mediante electrólisis, y lo que se recarga es el propio hidrógeno. En toda Europa se calcula que hay 228 estaciones de recarga de hidrógeno, la mayor parte en Alemania, pero en Asia se está apostando fuerte por el hidrógeno y se espera llegar al millón de coches en 10 años solamente en China.
Las empresas de hidrógeno esperan que este país y Japón aceleren la producción y abran el mercado de hidrógeno para empezar a globalizar este producto.

¿Qué es lo que marca la diferencia entre ambos tipos de coche?
La electrólisis tiene una gran desventaja a día de hoy. Se calcula que a la hora de utilizarse como combustible en carretera, la eficacia de este proceso no llega al 38%. El hidrógeno es caro (hasta tres veces más) y complicado de transportar y almacenar. Esto se debe a la ausencia de infraestructuras, ya que la falta de coches no genera inversión, y si no hay instalaciones no se producen coches de hidrógeno. Sin embargo, el único residuo que deja la electrólisis es vapor de agua, que puede volver a usarse para el mismo proceso.
Los coches eléctricos, en cambio, cuentan con muchas más infraestructuras debido a que su uso está muy generalizado. La electricidad es más barata y rápida de gestionar que el llamado hidrógeno verde. Aún así, la electricidad genera residuos y emisiones contaminantes, no como el hidrógeno.
Los coches de hidrógeno pueden contar hasta con el doble de autonomía que un coche eléctrico. Asimismo, los tiempos de carga de un coche de hidrógeno son de 5 minutos, no las horas que puede llegar a costar la recarga de una batería. Esto demuestra que en el caso de lograr la infraestructura necesaria, es más rentable usar coches de hidrógeno.

Eso sí, según la última cumbre del Foro Económico Mundial, celebrado en 2024, la Comisión Europea ha destacado que para no andar a la zaga de China y Japón se necesita lograr una auténtica paridad entre combustibles fósiles y de hidrógeno antes de 2035. Para ello, lo más importante es conseguir mejorar ese 38% de eficiencia energética que se logra con la electrólisis.
España cuenta ya con planes oficiales para convertirse en una potencia mundial exportadora de hidrógeno. Se está planeando la construcción de unos 800 km de hidroductos en el territorio peninsular para exportar el hidrógeno obtenido en plantas españolas a Alemania y Francia. Además del impacto económico que podría tener esto en nuestro país, se lograría un gran avance en la forma de entender y tratar el hidrógeno para lograr esa paridad con los combustibles fósiles.
En definitiva, si se apuesta fuerte por el sector del hidrógeno verde y se investiga la optimización de la electrólisis se puede encontrar una fuente de energía limpia, renovable literalmente (su residuo es vapor de agua que puede volver a usarse) y prácticamente infinita. Con esto podemos potenciar la economía y ser amigables con el medio ambiente. El tiempo dirá si lo logramos.

Todo lo que sea una alternativa sostenible a la gasolina y el diésel es algo bueno para el planeta. Lo esperado es que España encontrara una fuente de ingresos como ésta de forma sostenible. Si en Asia están apostando por este sector, en Europa deberíamos hacer lo mismo para no estar por detrás de ellos. Podriamos así conseguir suavizar la crisis energética y tener las generaciones futuras un coste de vida algo más barato y, por supuesto sería una ayuda para la conservación de nuestro planeta.
BIBLIOGRAFÍA
https://elpais.com/economia/negocios/2024-10-22/espana-sube-su-ordago-sobre-el-hidrogeno-verde.html
Autor: Guillermo Sánchez Hué. 4º de ESO Cultura Científica