El alumnado del IES Pablo Montesino visita los laboratorios de la Facultad de Ciencias del Mar. Además, conocemos a la Sociedad Atlántica de Oceanógrafos (SAO), que organizó la experiencia y entrevistamos a uno de sus fundadores.
El alumnado de 4º de la ESO ha probado una nueva experiencia gracias a la SAO, que ha compartido su valioso conocimiento con nosotros. Nos hemos convertido en científicos y paleontólogos durante un día.
Por una parte, analizamos una caballa. Procedía de Marruecos ya que en Canarias cada vez hay menos debido a la sobrepesca. Es impactante, en el Archipiélago se ha perdido el 90% de la biomasa de peces, esto significa que actualmente capturamos un 90% menos de lo que hacíamos en 1970. Nos enseñaron algunas cosas sobre los peces y diseccionamos la caballa. Estudiamos su sexo y analizamos su estómago para ver en que se basaba su dieta. Gracias a esto, supimos que se alimenta de zooplancton y tuvimos la oportunidad de verlo a través de la lupa.
También hicimos una práctica de paleontología y vimos cómo trabajan para descubrir el pasado de la Tierra a partir de fósiles. Interpretamos cráneos, costillas e incluso púas de erizo de mar y además buscamos fósiles en un montón de arena con ayuda de una criba.
La SAO, organizadora de esta actividad, es un punto de referencia en todo lo relacionado con el medio marino y pretende tratar mejor los océanos y mares. En el Pablo Montesino somos afortunados, pues contamos con uno de sus fundadores: Aketza Herrero, licenciado y doctor en Ciencias del Mar. Además es profesor de matemáticas en nuestro centro. Ha sido tan amable de compartir su conocimiento con nosotros/as.
Aketza nos cuenta que la SAO se creó a finales del 2012 de una forma bastante curiosa, “Lo que hicimos fue juntarnos todos los licenciados para crear un Colegio” (organismo que defiende las aptitudes y tipos de trabajo que podemos desempeñar). “La creamos para dar un poco a conocer la carrera, sus salidas, los posibles trabajos que podemos hacer, qué investigamos…” Se trataba de establecer su nicho de trabajo: “Como no teníamos del todo las competencias desarrolladas o designadas, decidimos crear la Sociedad Atlántica de Oceanógrafos”.
Teníamos curiosidad por conocer a qué se dedicó antes de ser profesor. Estudió Ciencias del Mar de Las Palmas de Gran Canaria. Tras terminar la carrera, se doctoró en la Facultad y sus primeros estudios estuvieron dedicados a algunas especies marinas, como pulpos, erizos, lapas u holoturias. Estudiaba su alimentación, reproducción o su periodo de madurez sexual para asegurarse de que dejan descendencia y así establecer épocas de pesca o de veda, consiguiendo una pesca sostenible “Si tu pescas un animal antes de que se reproduzca, al final vas a acabar con él. Lo que nos interesa es que sea sostenible. Se trata de estudiarlos bien para saber cuántos podemos coger y cuando los podemos coger, para no agotar los recursos”.
El ser humano ha sido capaz, a lo largo de toda su existencia, de descubrir tan solo un 5% de todo el fondo oceánico. Y Aketza lo sabe bien, pero ni siquiera este hecho le ha impedido descubrir nuevas especies. “Estamos hablando que solo hemos estudiado los primeros 1000 metros. Eso quiere decir que nos quedan 10 kilómetros de mar, hacia abajo, en el que apenas se ha estudiado.” Hizo su doctorado en moluscos, más concretamente en Opistobranquios (babosas marinas básicamente). En el mar hay una gran variedad, son mucho más bonitos que los que se ven en tierra, llaman mucho la atención adoptando una coloración aposemática, es decir, adoptan colores muy vivos y llamativos, llegan a ser muy excitantes para la vista y esto hace que algunos cazadores piensen que cazarlos y comerlos es una buena idea pero, chicos/as sabemos que todo tiene un precio en esta vida. Estos moluscos no son nada inofensivos, esto de los colores es un mecanismo de defensa, así que si te lo comes y al instante se te empiezan a revolver las tripas, no te extrañes ya que suelen ser tóxicos.
Aketza ha estudiado varias especies canarias pero también ha estudiado mares más lejanos, “estuve casi cuatro meses estudiando opistobranquios en las islas de Santo Tomé y Príncipe y allí tuve la suerte de encontrar diferentes especies que no se han descrito, que todavía nadie ha hablado de ellas. Concretamente le he dedicado una a mi mujer, la Marionia Abrahamorum, y otra que voy a publicar justo ahora, que se la he dedicado a mi madre, la facelina sp. nv. barrencuai.” Y como casi siempre en ciencia, algunas de sus publicaciones son fruto del trabajo colaborativo: “he descubierto también una planaria, un platelminto. Es otro bichillo bastante bonito, tiene un dibujo que parece una constelación… es bonito, es curioso. Se lo pasé a una especialista en estos animales y entre los dos publicamos el artículo. Tengo otras cinco o seis especies, que aún no las he publicado porque hay que hacer los análisis genéticos.”
Estos análisis a los que se refiere, los análisis filogenéticos, han dado más de una sorpresa en el estudio del parentesco entre especies: “la genética ahora nos ha demostrado que muchas especies que eran hermanas o primas, están totalmente separadas filogenéticamente […] siempre se han hecho unas descripciones físicas de ellos, visuales, se agrupaban por formas, o por diferentes órganos que tienen parecidos, pero no siempre ha sido correcto. Con la filogenética, se saca el parentesco real”. Como estarán imaginando, estos análisis no son baratos, requieren del uso de ordenadores muy potentes y mucho tiempo. “Yo suelo hacer los estudios con el supercomputador que tiene la Academia de las Ciencias de California. Descifrar el genoma de un animalito de estos y compararlo con media docena de especies para ver a cuál se parece lleva al ordenador tres días de análisis”. Así que no nos queda otra que esperar aún un tiempo para ver publicados sus resultados.
Además, la SAO tiene una gran importancia por la dedicación y estudios que hacen para cuidar el medio marino. “La sociedad no está solo para defender los derechos de los licenciados o graduados en la carrera, también se dedica a divulgar: editamos la revista Okeanos, damos charlas, talleres y organizamos congresos internacionales. Divulgamos toda la ciencia derivada del mar”. Pero además ejerce una gran labor de vigilancia: “Hacemos también estudios de impacto. Por ejemplo, cuando se hace una obra en el mar, lógicamente se destruyen organismos, o partes de ecosistemas… nosotros estudiamos el ecosistema antes y después de la obra,, vemos como evoluciona, que se hayan tomado medidas correctoras…, o si aparece algún vertido… estudiamos las corrientes, como se dispersa, vemos hasta qué niveles llega…que no sean contaminantes ni polucionantes, que no maten ni animales ni plantas, y por supuesto que no repercuta en el ser humano”.
Recuerden, los océanos nos alimentan, regulan nuestro clima y producen la mayoría del oxígeno que respiramos, por eso, debemos cuidarlos. Es misión de cada uno, conservarlos y cuidarlos.
Me ha encantado esta noticia, sobre todo el trabajo que han hecho los alumnos al contactar con su profesor y preguntarle acerca de sus descubrimientos. Me ha parecido una manera muy llamativa de aprender un poco más sobre el mar. Gran trabajo.